miércoles, 23 de junio de 2010

La alternancia en Veracruz, indispensable para renovar gobierno

Tras el debate organizado por el IEV entre los candidatos al gobierno de Veracruz, el pasado martes 22 en la ciudad de Xalapa, hay que decir que queda un dejo de decepción por el desempeño del Instituto Electoral. Un debate es un ejercicio de análisis ideológico cuyo objetivo es que el electorado evalúe de primera mano las propuestas de sus candidatos, y también motivar la participación de los votantes indecisos y de los abstencionistas. Luego entonces, no difundir el debate en televisión abierta ni en radio, y conpoca cobertura y problemas técnicos en Internet no es muy útil (recordemos también que los debates oficiales como éste son pagados con dinero del presupuesto, o sea que no es deseable gastarlo si dicho gasto no tendrá efectividad: criterio simple de finanzas públicas).
La inexperiencia del IEV en estos ejercicios queda de manifiesto en varios aspectos: las complicaciones logísticas y técnicas que retrasaron el inicio del evento, la falta de señal para quienes lo seguimos en línea, la dinámica accidentada de las intervenciones y la inhábil conducción de la moderadora designada, por citar los que se notaron. Lo cual me remite al tema de estra entrega: los veracruzanos no tenemos experiencia democrática. Y para tenerla, obviamente, es necesario que haya alternancia en el poder.
Después de que la organización y difusión del debate se revelaron sumamente cuestionables, uno concluye que URGEN la transparencia y la imparcialidad en los procesos electorales locales, tanto en Veracruz como en el resto del país. Y para que existan ambas, estoy convencido de que la alternancia es un paso ineludible. Hablando a profundidad del asunto: las administraciones estatales que recuerdo como testigo presencial son las de Patricio Chirinos, Miguel Alemán y la saliente de Fidel Herrera; un lapso de 18 años.
En ese tiempo los avances en infraestructura, calidad de vida, telecomunicaciones, educación y alfabetismo, generación de empleos y redistribución de los recursos dejaron mucho que desear, y lo que ha permanecido prácticamente igual son las múltiples estructuras de poder que mantuvieron la costumbre de traficar influencias, intercambiar favores políticos y hacer propagandismo de masas con despensas y movilizaciones (el acarreo, pues). Como ya hemos comentado otras veces, no se pueden tener instituciones dentro del estado de derecho, ni funcionarios públicos honestos, cuando la administracion pública acostumbra usar sindicatos, oficinas y corporaciones para comprar el voto y la conciencia del elector repartiendo camisetas; en buena medida la falta de progreso en Veracruz obedece a este hecho. Quienes se acercan al poder político lo hacen adulando al jefe en turno, haciendo favores y solapando corruptelas, ganado así un peldaño en la escala, o bien recibiendo beneficios específicos como dinero de programas públicos u otras contraprestaciones.
En la administración de Fidel Herrera hemos visto como nunca la vieja forma de hacer política en México: mover acarreados, restringir la libertad de los medios informativos por la censura y la amenaza (clandestinamente), condicionar apoyos y manejar un discurso oficial vacío y demagógico. Lo preocupante es que ninguna de las propuestas para el 4 de julio ofreció en el debate un cambio de fondo para estas estructuras, puesto que dicho cambio depende de variables más profundas y menos políticas como el nivel educativo y el desarrollo de infraestructura que eleven el nivel de vida de la población. Sin embargo para que el proceso se inicie la alternancia es un elemento obligado.
Me explico: todos sabemos - lamentablemente - que cuando una administración estatal o inferior termina, los funcionarios de despacho ponen en orden sus asuntos - borran la evidencia de las turbiedades que se registraron en su gestión - mientras los candidatos en campaña amarran compromisos con líderes para obtener el voto. La falta de programas sustentables de desarrollo a largo plazo reposa en el cumplimiento de estos compromisos, que impiden la conformación de equipos profesionales integrados por verdaderos expertos en las diversas áreas de la administración pública. Así, dependencias críticas como las secretarías de educación, de finanzas, de comercio y otras, no son ocupadas por individuos expertos en la materia y se convierten en prebendas electorales que de nada sirven al desarrollo.
La alternancia tiene la ventaja, aunque todavía con un método cuestionable en México, de eliminar de tajo a los empleados que perpetúan este mecanismo de premios al servilismo. En Veracruz no hemos experimentado un cambio de rumbo radical, y coincidentemente tenemos los últimos lugares nacionales en desarrollo y los primeros en miseria, analfabetismo e inseguridad. Hoy que la situación en el estado ha tocado un punto crítico, más abajo del cual los ciudadanos no queremos estar, con ejecuciones y enfrentamientos que antes de Fidel Herrera muy rara vez se registraban; hoy que hay una crisis de seguridad pública y psicosis social, tenemos la oportunidad de darle a la entidad el giro que necesita. No apoyo a ningún partido político ni voy tampoco en contra de ninguno, de lo que estoy en contra es de mantener en el Gobierno del Estado a los criminales que seis años atrás tomaron por asalto un partido político y lo usaron para solapar sus fechorías, de lo cual pueden dar testimonio muchos priístas auténticos que se quedaron al margen de su instituto o bien optaron por retirarse. Este 4 de julio los invito a salir a las urnas; a votar por la propuesta de su elección, o bien a anular su voto, que aunque no cuenta para el IEV es una expresión válida y justificada a nivel ciudadano. Dejar que otros decidan (en este caso la camarilla que se sirve del poder en Palacio de Gobierno en Xalapa) tendrá como único resultado perder 6 años, más de media década, en otro gobierno estatal corrupto, represor, y sangrientamente impune.

domingo, 23 de mayo de 2010

El reto de la educación, premisa en la lucha contra el crimen

Viernes 21 de mayo de 2010


Este artículo está motivado especialmente por la terrible y lamentable psicosis y la angustia que imperan en la sociedad civil debido a la brutalidad del crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción de políticos y cuerpos judiciales. Igual que los lectores, convivo a diario con esta realidad a través de rumores de calle, versiones de “fuentes confiables”, los actos mismos que suceden en nuestra ciudad y muchos otros datos que veo y escucho entre mis amigos y conocidos; y en medio de ese miedo a quedar expuestos, a ser víctimas circunstanciales, escribo aquí la consigna que he repetido en esas charlas: No tengas miedo. Recuerda esto: el triunfo final y más grande del terrorismo criminal es infundir temor en la ciudadanía, porque ese es su medio para doblegarla. Ningún poder armado es invencible; Pablo Escobar Gaviria dispuso de un multimillonario aparato de represión criminal en Colombia, del cual sólo quedaron su cadáver abatido en Medellín y bodegas llenas de ostentosa basura, decomisada por el Estado y cubierta de polvo tras casi veinte años de arrumbamiento.

Hoy en el reportaje del noticiero nocturno, cuatro ex mandatarios hispanoamericanos opinan sobre el combate a la pobreza en los países de Latinoamérica; todos coinciden en que los sistemas económicos deben ser capaces de generar riqueza y de redistribuirla para equilibrar el nivel de vida y fomentar el bienestar, así como en resaltar la importancia de la inversión educativa y la transparencia de los grandes agentes económicos en el logro de dichas tareas. Es necesario señalar que el recrudecimiento de la violencia en México está directamente relacionado con el aumento de la pobreza; por citar un ejemplo, desde hace años adolescentes tarahumaras son reclutados por el narco como sicarios y distribuidores en el norte y occidente del país – situación común en todo México –. En las calles la mafia tiene abundante mano de obra barata y disponible, suministrada por una sociedad con altos índices de desempleo, una profunda marginación social y bajos niveles de escolaridad aunados a la pobre calidad de la educación.

En las últimas dos décadas México ha elevado sustancialmente el presupuesto para educación hasta ser uno de los más altos de América Latina, pero sin resultados en desarrollo económico. Por el contrario, la mitad de la población se encuentra en diversos grados de pobreza, los sectores productivos aún no se han articulado y las reformas estructurales para integrarlos están virtualmente desechadas por el Congreso. Una de estas reformas es la del sector educativo; ¿cabe preguntarse por qué hay desigualdad y miseria en un país donde el ministro de Educación carece de maniobrabilidad ante el corrupto dominio del SNTE? Recientemente se decretó la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza, acción que disolvió un ineficiente sistema de corrupción paraestatal; una reforma que termine con los privilegios sindicales, la venta de plazas y la falta de transparencia en el sector educativo mexicano representa un costo político mayor que el de la disolución del SME, pero debe hacerse. No estoy condenando el sindicalismo, sino que recalco la necesidad de desechar el prejuicio de la “herencia revolucionaria” del que durante casi un siglo se han valido políticos oportunistas para defender estructuras caducas como el SNTE, que a cambio de mantener sistemas de prebendas han causado un daño irreparable para las generaciones actuales, y amenazan con perpetuar para las venideras el círculo de pobreza y exclusión del desarrollo.

El costo social de no acabar ya con estos esquemas de ineficiencia institucional, por otro lado, es bastante actual; en 1990 la Asamblea General de la ONU firmó la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyo propósito fue consagrar la protección de la infancia por parte de la sociedad y de los estados nacionales. Aquí en México, los sicarios de hoy son los niños de ese entonces, y deben servirnos para no ignorar el escandaloso fracaso de las políticas de desarrollo durante esos años. Desde entonces hasta ahora, los mexicanos liberalizamos el comercio exterior, consolidamos la autonomía del Banco Central, abrimos el sector financiero y logramos la alternancia electoral, pero hemos fallado en revertir la desigualdad social, nuestras finanzas públicas todavía dependen fuertemente del petróleo y no hemos progresado significativamente en mejorar la educación. Ante los mexicanos que vienen detrás de nosotros, somos moralmente responsables de reconocer que el baño de sangre que nos preocupa es culpa de nuestras negligencias en ese pasado reciente; pero para detonar los cambios que rompen el círculo debemos ser conscientes de que las instituciones (públicas y sociales) han propiciado la situación actual y por ello son las instituciones las que pueden y están llamadas a revertirla.

Aumentar los niveles de escolaridad es sólo una parte de la tarea; hay que mejorar la cobertura y especialmente la calidad de programas y docentes, revisando la eficiencia de los presupuestos ejercidos en el ramo. La OCDE recién publicó un estudio que señala la relación entre deserción escolar y criminalidad en Latinoamérica, especialmente en el nivel bachillerato; mantener a un joven más en la escuela es hoy, ya no un desempleado menos, sino un delincuente que se resta de las filas del narco. Hace unos días leí una entrevista a Sebastián Marroquín, hijo del extinto capo colombiano Pablo Escobar Gaviria; me causaron una particular impresión las sencillas palabras de Marroquín, cuestionado sobre la solución al narcotráfico: “Para mí hay que erradicar el consumo. Sin consumo no hay tráfico. Claro que sin tráfico, tampoco habría otro negocio: la venta de armas. (…) Los gobiernos tienen obligación de educar. Este es un problema de educación y de salud pública, y estamos llevando misiles donde debería haber médicos y educadores, para erradicar el consumo”. Y a pregunta expresa del periodista argentino Daniel Sendós sobre si serviría la legalización del consumo: “No lo sé. Mi única certeza es que ya perdimos la cuenta de organizaciones desbaratadas y capos muertos, pero el tráfico sigue creciendo exponencialmente. Y tengo otra certeza: la droga y la supuesta lucha contra la droga dejan muchos huérfanos, y muchas viudas”.
Los comentarios de este hombre, cuyo padre figuró en la lista de Forbes (como ahora Joaquín Guzmán Loera), dejan poco que abundar en la materia. La alternativa contra la violencia criminal no puede ser simplemente responder con violencia de estado, de igual manera que la pena de muerte no es más que la perpetuación del homicidio en nombre de un cuestionable bienestar común. Para revertir el rumbo decadente del país no podemos seguir haciendo lo mismo, se requiere proponer otras alternativas; sacar la agenda política pendiente es un paso obligado para formular una lucha efectiva contra la pobreza. Yo soy partidario de debatir públicamente los tabúes de la sociedad mexicana como la legalización del consumo de drogas; pero la opinión de Sebastián Marroquín va mucho más allá, hasta la raíz misma del problema. Abrir la puerta a otras formas de diálogo, de convivencia y de atención a las problemáticas sociales depende en última instancia de la ciudadanía, y pugnar por ello a través de las instituciones implica una renovación de objetivos, un intento de cohesionarnos como sociedad, que definitivamente vale la pena en el contexto del bicentenario.

domingo, 18 de abril de 2010

RENAUT, un fracaso anunciado

Hace varios días tuve un breve pero ameno intercambio de opiniones en una red social acerca de la postura pública ante el RENAUT, y decidí compartir aquí mis argumentos. Esta charla se dio días antes del vencimiento del plazo para el registro de teléfonos celulares, el pasado 10 de abril.

El primer participante de nuestro ejercicio comentó lo siguiente:
M.R.:

He visto protestas en muchos medios, pero nadie habla de leyes que fundamenten esas protestas, ni de grupos de consumidores que levanten la voz y propongan acciones legales, ni de organizaciones que hablen de amparos, modificación o aplicación de leyes en contra de aquellas que están permitiendo la aplicación del RENAUT.”Será que no tenemos un buen conocimiento cívico y legislativo, será que solo nos dejamos llevar por corrientes propagandísticas de los grupos que se benefician con el incumplimiento de la ley, con el hecho de que ser indisciplinado y moroso es algo muy mexicano, será que no tenemos confianza en nuestros gobernantes??

Lo dejo en el aire y ojalá alguien explique el por qué no se deben registrar los celulares, pero desde una postura basada en las misma leyes y no en cuestiones subjetivas o viscerales...Lo dejo en el aire y ojala alguien explique el por qué no se deben registrar los celulares, pero desde una postura basada en las mismas leyes y no en cuestiones subjetivas y viscerales…”.

A lo cual decidí comentar:
Fernando:

Como nuestro ‘tejido social’ es muy diverso y por ello las motivaciones pueden cambiar mucho en una misma corriente, sólo puedo hablar por el perfil donde me identifico, aunque creo que responde a la mayoría de las clases medias de México.
”La renuencia de la opinión pública a aceptar el RENAUT no es producto de consideraciones legales, como bien apuntas, pero tampoco es resultado de ‘corrientes propagandísticas de los grupos que se benefician con el incumplimiento de la ley’, no hasta donde yo lo veo. Se debe a que en el marco de una administración pública vulnerada (y en muchos segmentos capturada) por el crimen organizado, nada nos garantiza que el RENAUT no se vuelva un catálogo de víctimas del delito. El mismo contexto me lleva a responderte, que yo no estoy seguro de confiar en la habilidad del gobierno actual, pero definitivamente No Confío en la honestidad y transparencia de las estructuras subalternas de la administración pública como la tenemos hoy.
”Sé que no ofrecí una postura de desacuerdo basada en la ley, pero sí está basada en la percepción de la sociedad respecto a los resultados de este gobierno en materia de seguridad pública y combate a la delincuencia; esto podrá parecer subjetivo pero recordemos que también la ley debe planificarse para garantizar un estado de derecho que permita la convivencia y el desarrollo integral. No estoy en contra de que generemos mecanismos para evitar el crimen (como se deseaba que fuese el RENAUT), estoy en contra de que se gasten recursos de formas tan evidentemente inútiles en estrategias de un día que a todas luces están llenas de fallos.

Para redondear quisiera anotar que si bien estoy en contra del registro, yo registré mi número casi desde que se abrió el sistema. Concuerdo en que las instituciones son mecanismos para respetarse, y sobre todo para USARSE en el empoderamiento de la ciudadanía.Para redondear quisiera anotar que si bien estoy en contra del registro, yo registré mi número casi desde que se abrió el sistema. Concuerdo en que las instituciones son mecanismos para respetarse, y sobre todo para USARSE en el empoderamiento de la ciudadanía”.

M.R.:

Lo que comentas acerca de que las estructuras de administración pública son vulnerables al crimen y que incluso son cotos desde donde se ejecutan muchos actos delictivos en contra de la ciudadanía, es muy cierto, y es muy cierto que también por eso ya no confiamos en el gobierno y en la aplicación de leyes como el RENAUT, que se hizo al vapor, mientras Leyes más importantes o actualizaciones a ellas, se dejan en el tintero e incluso se eliminan de la agenda de temas a discutir en la cámara de diputados.

De lo anterior entiendo que una ley como el RENAUT, que no tiene buenos mecanismos que la soporten, y que fue hecha y aprobada casi de forma Express, provoque mucha incertidumbre, y la incertidumbre es la fuente de todos los temores del ser humano. Por eso muchos no le quieren entrar.

Lo que me pregunto es si como ciudadanos no podemos hacer nada en contra de estas leyes mal hechas, a través de mecanismos que sí funcionan en otros países, donde, por ejemplo, los grupos de defensa del consumidor han ganado batallas en contra de empresas y de leyes injustas. ¿Será que desconocemos nuestros derechos como ciudadanos y los recursos legales que tenemos a nuestro favor?

Desconozco estos mecanismos, pero podría ser que juntos lleguemos a una conclusión acerca de cómo sería esa forma de defendernos contra estas malas decisiones del gobierno, sin tener que incurrir en un desacato a las leyes, porque también es un hecho que ya es necesario cambiar nuestra mentalidad como mexicanos y dejar de pensar que siempre habrá prórrogas o formas de evadir la ley”.

R.C.:

Uniéndome a la discusión y complementando todo lo que han comentado, quiero añadir que registrarse es una DECISIÓN. Los economistas postulan que los agentes (en este caso los ciudadanos) son racionales: toman la mejor decisión posible con la información disponible. La racionalidad se da en un esquema donde se calculan costos y beneficios, tomando la decisión si aquellos son menores a estos. De esta manera tenemos ya un marco que permite explicar cualquier tipo de decisión (en este caso, respetar la ley o no - mucha de la corrupción actual, por ejemplo los sobornos, se debe a que los ciudadanos perciben que es más barato inflingir la ley que respetarla -).

En el caso del RENAUT los beneficios no están claros (se dice que servirá para evitar y disminuir las extorsiones y secuestros) ni tampoco hay seguridad de que lleguen a cumplirse (ya lo anotó Fer al comentar la captura del gobierno por parte del crimen), y por otro lado los costos son muy altos: el organismo, o más específicamente, las personas que manejen la base de datos del RENAUT contarán con información privilegiada de todos los ciudadanos. Datos que pertenecen al ámbito de la privacidad de cada uno podrán ser administrados y observados por un organismo que aún no se sabe del todo cómo operará. Los economistas llaman a esta situación tener 'información privada' lo cual genera 'comportamiento oportunista' (se generan incentivos para aprovechar la información privada de que se dispone para maximizar algún objetivo personal que puede no coincidir con el objetivo social del RENAUT).

Por ejemplo habría incentivo de vender esa base de datos a empresas -¡Se trata de más de 50 millones de personas con celulares! ¡Muchas empresas pagarían por tener los datos privados de todo ese mercado!- o también -y esto es lo más peligroso- venderla a un grupo criminal). El costo, entonces, es muy alto en comparación a los beneficios.

La información disponible con que cuenta el ciudadano también incrementa el costo de la decisión: por un lado se tienen antecedentes de un intento parecido con los autos (RENAVE) y que fue un fracaso (el director del RENAVE fue detenido, entre otras cosas, por usar la base de datos del RENAVE para malversar fondos y vender autos ilegales), y por otro lado el ciudadano común no conoce realmente cómo funcionará el RENAUT (la página de Internet no lo explica).

Finalmente, una empresa telefónica, M., anunció que ellos no cancelarán el servicio a sus clientes que no se hayan registrado, lo cual hace que aumente aún más el costo de registrarse y pierda credibilidad la medida del gobierno.

Todo esto hace que la mejor decisión posible de muchos ciudadanos sea no registrarlo (por cierto, las cifras de registro parecen estar sobreestimadas y en realidad es menor la cantidad de usuarios que se han registrado a lo que se dice oficialmente). Ya veremos qué pasa después del domingo”.

Nueve días después de terminado el plazo oficial, aún se manejan serias dudas sobre la viabilidad del RENAUT y la consecución del proceso de registro; mañana martes Héctor Osuna, titular de la COFETEL, comparecerá ante el Congreso para dar cuenta del avance del registro y la situación general del RENAUT. En esta sesión se prevé que el priísta Ignacio Rubí plantearía analizar la desaparición del registro en caso de concluir que el mismo carece de utilidad. Yo insisto en que se careció de visión de largo plazo y estrategia de fondo para planear este mecanismo, y no me opongo a que exista pero debe ser revisado. La broma del mes – los 12 mil celulares del presidente Calderón – pide a gritos una mejor organización de las propuestas de la COFETEL para el control de las comunicaciones del crimen organizado.

martes, 6 de abril de 2010

2010 y las propuestas que vienen: cómo nos responden y cómo nos reflejan

Hoy por la mañana Patricia Rodríguez Calva comentó la opinión de Marcelo Ebrard sobre las alianzas electorales en 2010; Ebrard asegura que la perspectiva de las alianzas volverá “interesantes y competitivos” los comicios que este año renuevan gubernaturas en 11 estados. Con la polémica posibilidad de que el PRD vaya al lado del PAN en algunas candidaturas, hecho que los izquierdistas más abiertos están dispuestos a aceptar y del que los conservadores blanquiazules se saben necesitados en su intento de recuperar el apoyo perdido en dos administraciones desacreditadas, Patricia nos dice que para que las propuestas sean en efecto competitivas y merezcan la consideración ciudadana, hay que fijarse en cuánto prometen los políticos, y en cuánto cumplen de lo que ofrecen. A raíz de esta afirmación tuve tiempo de hacer algunas reflexiones que anoto en este artículo.
En la práctica los mexicanos no tenemos ningún tipo de cultura sobre la rendición de cuentas, y sin tapujos debemos decir que es casi enteramente culpa nuestra y no de los políticos; entre nosotros, ciudadanos de a pie y en la acera, hasta los más elocuentes en nuestras proclamas de transparencia y honestidad nos hemos visto movidos a mover palancas con algún conocido, amigo o pariente cuando no queremos ir al corralón o pagar una infracción de tránsito, cuando queremos “agilizar” un trámite escolar o vernos favorecidos con una prebenda laboral, y aquí caben otros ejemplos que el lector desee agregar. Esto por decir lo menos, habrá que añadir a los conciudadanos menos ejemplares que abiertamente participan de la corrupción y el tráfico de influencias. Con tan cuestionable manera de vivir es difícil que de verdad aceptemos un régimen social de transparencia y legalidad; ¿no se indignaría el lector si después de haber exigido aplicación estricta de la ley, terminara yendo a la cárcel por la “tontería” de descargar o usar software pirata? Pues en esos simples detalles empieza todo nuestro problema; no hablamos sólo del hecho, hablamos de la actitud.
Desde hace tiempo me estoy preguntando por un medio efectivo de darle transparencia a nuestro Congreso, que tiene la atribución de citar a comparecer a todo el mundo pero cuyos miembros no dan explicaciones más que, por desgracia, a sus dirigentes de partido. Recientemente el tema de la reelección nos ofrece una alternativa para incentivar a los legisladores a fortalecer la comunicación que ejercen con sus representados, mediante el cumplimiento y la entrega de resultados; en otros países este mecanismo se aplica con amplia aceptación, y en mi opinión un cambio de este tipo en el sistema electoral mexicano podría ser bueno para abrir canales de diálogo, pero dudo que sea suficiente con que los candidatos presenten un paquete de propuestas fenomenales y utópicas a los electores. De lo que se trata es que estas opciones respondan realmente a las necesidades y demandas que la sociedad tiene para la administración pública, ya que sólo de este modo serían interesantes y competitivas, para usar la expresión de Marcelo Ebrard.
Para que los gobernantes sepan responder a la demanda popular es necesario que existan los canales de enlace, pero sobre todo se requiere que la ciudadanía tome un papel activo en la exigencia de sus necesidades y en la rendición de cuentas de los políticos, ya que sin este rol cívico estaríamos pidiendo que pavimenten la calle con la intención de nunca sacar el coche.
¿Y cómo va la sociedad a empoderarse para alzar su voz y demandar atención y resultados del gobierno? Justamente, ejerciendo su propio poder ciudadano mediante las instituciones como el voto; también fomentando la participación pública a través de las Ong, denunciando los actos de corrupción y no participando de ellos; y enmendando su propia plana, ya que los pequeños actos y las palabras de apatía y negligencia que realizamos a diario (hasta pasarse el semáforo y darle pa’l refresco al agente de tránsito) reafirman nuestra doble moral de exigir rectitud pública y ejercer la ilegalidad privada. Está de pensarse; mientras nos debatimos en si los partidos y los vecinos nos dan desconfianza, subproductos de la descomposición social como el ya muy poderoso crimen organizado se enseñorean de nuestros espacios públicos y nos restan demasiado margen para vivir. Pero nadie ha dicho que la democracia y la libertad sean gratuitas.

miércoles, 8 de julio de 2009

La democracia es ejercicio y lucha de todos los días

En el último post de esta bitácora hice un comentario acerca de mi postura de apoyo al voto nulo; habiendo pasado el 5 de julio los resultados siguen siendo contundentes: el PREP reporta una participación ciudadana del 44.68% del Padrón Electoral. También confirma el previsto regreso del PRI como primera fuerza política; una cifra de peso, sin embargo, fue el resultado del debatido voto nulo, que se erigió nada menos que en la quinta fuerza electoral de México. Compartí en la anterior oportunidad mi postura del voto nulo como una expresión alternativa que, reflejando una posición proactiva de parte de la ciudadanía inconforme, es perfectamente legítima y debe ser tomada en cuenta; considero que el objetivo de pugnar por una renovación de la institución política mexicana se ha cumplido a medias hasta ahora.
Al final de la jornada electoral del domingo tuve la fortuna de recibir a un joven amigo a quien no veía desde hace un par de años; él no pudo votar en la que hubiese sido su primera elección, ya que por fechas no habría podido solicitar su credencial de elector. Debatiendo con él sobre la utilidad de anular la papeleta, le escuché argumentar estadísticamente que el voto nulo tenía un impacto nulo en la proporción del ganador; como estadista le hablé de la debilidad de su argumento y puse como ejemplo la elección de 2006, cuando cada décima de punto porcentual valía oro para los candidatos en contienda. Igualmente le expuse que la anulación no expresaba una preferencia política sino una exigencia de renovar la forma en que se hace y se regula el quehacer partidista. Admito con franqueza y también con agrado que mientras hablábamos, recordé la profunda pasión que me movía como ciudadano en ciernes cuando yo tenía esa edad, en la que con varios de mis amigos, compañeros de generación y aún con mis maestros sosteníamos largos debates y analizábamos posturas ideológicas; hoy día, que miro con desagrado el estado actual de los encargados de la administración pública, me sigue animando la misma pasión de esos días porque soy un ciudadano preocupado, comprometido, que cree. Creo, entre otras cosas, que podemos y debemos ser una sociedad proactiva, con voz firme, clara, y sobre todo fuerte, muy fuerte.
Poco antes de que yo saliera a emitir mi voto, otro de mis amigos y colega de profesión, me envió un mensaje de texto en el que me comentaba que aunque planeaba anular la boleta, hacerlo se le insinuaba como una falta de respeto a los electores que sí marcaban un partido. Le respondí que esa falta en realidad la han estado haciendo todos los partidos hacia el electorado, hacia sus ciudadanos representados. Cuando había consumado su anulación, volvió a escribirme con sincera preocupación por el futuro: “Qué pena me da México”. No respondí a eso, sino que reflexioné en lo injusto que es para la sociedad sentir pena y temor por las acciones de representantes que se han creído dueños omnímodos del poder; pero en la medida en que no busquemos canales de expresión alternativos, legítimos y efectivos (como valerosamente se hizo en la anulación del voto, que al día de hoy suscita controversias para el IFE y los paneles de análisis), no podemos estar inconformes de forma justa. El derecho ciudadano a expresarse del gobierno no puede ejercerse con la conciencia limpia si no se participa activamente.
Mi muy estimado Erick: te respeto y te aprecio, no sólo como un amigo sino como un ciudadano que busca ser libre y que cree, como yo, que las cosas pueden y deben cambiar porque hasta en la naturaleza y en el hombre, el cambio es una constante inalterable. Formas parte de una generación que desgraciadamente, por culpa en parte de los errores y la apatía (aún cobardía) de mi generación y de algunas detrás, vive alienada en el absurdo del consumismo, de la imagen, del valemadrismo de masas y a la que el mañana apenas le importa mientras cuente con un teléfono multimedia y otras tonterías. Puedes considerarte afortunado: el hecho de que en una camada tan en peligro de ser manipulada, en un medio político y social tan sórdido y conflictivo como el que han atestiguado, sigan surgiendo jóvenes que creen que avanzar juntos y honestamente es posible y necesario, para mí es señal de que hay madera de cambio. Por ustedes, por todos, el cierre de filas no se debe hacer al interior de los partidos políticos, debe hacerse aquí donde estamos los mexicanos todos. La apuesta por la renovación que se expuso ya en el voto nulo sólo está empezando; la voz ciudadana ha demostrado su peso y su valía pacíficamente, y es tiempo de sostenerla. Sigamos buscando, trabajando y creyendo; y esto va para aquellos a quienes llamo “mi generación”: México no me inspira pena, sino esperanza. Pero con ella, un gran deseo de progreso que me inspira firmemente a creer en que la mayoría de nosotros podemos ser cívicos y buenos ciudadanos. Hace falta creer además de trabajar, y creer para poder trabajar; esto va para jóvenes, maduros y viejos, blancos, indígenas, mestizos, fresas, emos, para todos, absolutamente todos: la democracia, igual que la libertad, e igual que la vida, es una lucha que se realiza todos los días.

martes, 23 de junio de 2009

La protesta en el voto, reflejo de la nulidad de propuestas y opciones políticas

Recuerdo que en las jornadas electorales de los últimos 4 años, la tendencia del electorado parecía ser la de revisar los mayores fallos de la administración saliente y votar por el candidato que, aunque fuese retóricamente, ofreciera un cambio de rumbo y pudiera ponerlo en palabras más o menos coherentes; en el actual proceso de 2009, es grotescamente evidente que ninguno (de verdad ninguno) de los partidos tiene proyecto de gobierno, que sus bases ideológicas están más debilitadas y en letra muerta que nunca, y que no cuentan con militantes preparados profesional y mentalmente para ejercer un cargo público. Ya ni siquiera tienen políticos de carrera o prospectos jóvenes con habilidad de negociación, puesto que todos han dado entrada en sus filas a oportunistas, revoltosos, iletrados y amorales, permitiendo así que grupos de poder y organizaciones criminales los infiltren y los usen a favor de sus intereses.
Hace varios días escuché una afirmación de un hombre tristemente ignorante, y tristemente en una posición de poder público, que dijo: “Me queda claro que esta campaña del voto nulo no puede ser una iniciativa ciudadana”. El hecho de que integrantes activos de partidos y funcionarios como él opinen de esta forma remarca cuan ajeno al interés público se ha vuelto el ejercicio de la política, ocupada sólo en amarrar compadrazgos entre círculos de poder y en tratar de aplastar a la oposición con la fuerza de sus mafias. Es también, junto con todo el cuadro político vigente en México, muestra de lo que sucede cuando la sociedad permanece apática de sus derechos ciudadanos, sin protestar contra el abuso de poder, la imposición de gobernantes y la falta de compromiso con el bien común: los cargos de elección popular acaban siendo capturados por individuos ineptos, corruptos, vulgares, y aún por auténticos delincuentes o por sus representantes. Esta situación revela la necesidad que tenemos los ciudadanos de afinar nuestros mecanismos de protesta legítima.
He decidido anular mi voto cruzando todos los recuadros, y escribir mi protesta sobre él por la pobrísima calidad de opciones políticas; ante las opiniones de “analistas” que se empeñan en ver mano negra detrás de los partidarios del voto nulo, así como de los ignorantes representantes partidistas que ven en el mismo un ataque a las instituciones, defiendo enérgicamente el derecho de todos los mexicanos a protestar a través de la boleta electoral por el denigrante espectáculo que la partidocracia ha armado a expensas de la democracia, del erario y de la libertad de los electores. Quienes asistiremos a anular nuestro voto – lo cual es bien distinto a la apatía del abstencionismo – deseamos una transformación radical en la forma como se conducen los actores políticos y en su percepción de la sociedad, y nadie nos puede acusar de atentar contra la democracia porque ha sido la misma clase política quien se ha encargado de caricaturizar a las instituciones a base de arreglos oscuros para alcanzar el poder. Mucho antes de que se conociera la campaña del Voto Nulo por Internet yo decidí optar por esta vía y conocí a mucha gente que igualmente lo había hecho ya, y si los dirigentes no pueden entender que existan iniciativas verdaderamente ciudadanas, más aún merecen la deslegitimación que implica la nulidad; no se puede tolerar la presencia de incapaces mentales como éstos en la vida política nacional.
Del lado de las críticas serias, entiendo plenamente que la anulación masiva del voto beneficia a los sufragios duros, hablando en términos de validez – pero de ninguna forma que beneficie a un solo partido, como también opinaba el funcionario que he citado al inicio de este post –; comprendo el peligro que esto conlleva, de fortalecer los cacicazgos regionales y quizá dar pie a un resurgimiento del autoritarismo. Pero repongo que seguir por la enfadosa línea de votar por el “menos malo” o tratar de hacer “voto de castigo” como si no tuviésemos opción, es un peligro mayor en tanto nos mantiene como agentes pasivos sin voluntad de expresar el sentir real de la mayoría y sin capacidad de proponer nuevas formas de expresión; el elevado porcentaje de nulidad que se prevé arroje la jornada del 5 de julio ya pesa en todas las conciencias de partido, y en mi posición de ciudadano veo en este voto nulo la oportunidad de manifestarle a la oligarquía política mexicana el grado de descomposición en el que se encuentra, y que al haberse permitido insultar a sus representados postulando figuras inverosímiles, corruptas y poco inteligentes no ha hecho más que apuntalar el repudio, el asco popular. Que la tolerancia de la sociedad tiene un límite y también puede hacer valer su sufragio de forma legal y enérgica. Y que a la cúpula de partidos le es urgente una renovación profunda de sus objetivos, de su espíritu, de su relación con el interés nacional.
Cuando era un adolescente, me gustaba decirles a mis amigos que este país se nos iba a quedar a nosotros y que por eso era importante llegar preparados a ese momento. Hoy, mirando en retrospectiva cuando tengo la fortuna de volver a saludarlos, pienso que este es nuestro momento; los adultos jóvenes representamos una generación dinámica, progresista y con ímpetu de renovación constante. El voto reflexionado y congruente (aquí también se incluye el voto nulo), la opinión informada, el debate civilizado, la participación, son todos instrumentos con que contamos hoy para fomentar un cambio de ideas, de sistemas y de administración pública.

Mantra: Renovación de objetivos (y de la redacción)

Por diversas causas profesionales, de salud, laborales y de otra índole he permanecido alejado de esta bitácora durante varios meses; lo cual no pretendo manejar a modo de disculpa. Antes de retomar el trabajo quise escribir este párrafo para reiterar que en este espacio deseo sinceramente ofrecerle a todo aquel que llegue, un lugar de reflexión, expresión y debate abierto que permanentemente nos sirva a todos para expandir nuestras posturas a base de conocer las de los otros. Hace tiempo un conocido mayor, que en su trayectoria laboral ha vivido en lugares tan diversos como Marruecos, los Estados Unidos e Irán, me compartió su perspectiva de que la mejor enseñanza de viajar es tomar conciencia de que no existe una sola verdad; coexisten muchas verdades en el mundo. La diversidad es, pues, fuente incesante de respeto, de tolerancia, de aceptación y hermandad, y por ende es el campo propicio para que el intelecto humano se reinvente y construya puentes antes que barreras. A los mexicanos, a todos, nos urge cobrar conciencia de que en materia de tolerancia, de respeto, de igualdad, nos queda un larguísimo trecho por recorrer, no hablando de alejados personajes públicos, sino de nosotros mismos, los mexicanos de calle que a diario salimos y volvemos la vida más compleja a base de prejuicios e ideas tan preconcebidas como desinformadas (que si los chilangos son lo peor, que si la gente es naca, que si aquellos son pobres... y tantos otros que cada uno conoce perfectamente).
No quiero quedar fuera de la crítica; escribí este post porque al volver a trabajar he aprovechado para leer la producción del año pasado. He concluido que, si bien mis posturas se han plasmado en texto, la redacción a veces ácida, impulsiva y combativa no hace mucho en favor de la tolerancia y el intercambio de ideas. Debo enmendar este detalle.
De forma que este es mi compromiso hoy que vuelvo a publicar; ya que desearía ver un debate sostenido, de altura y productivo, no cesaré de buscar los mismos atributos en mis escritos. Muchas gracias, sigamos dialogando.
 
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