Tras el debate organizado por el IEV entre los candidatos al gobierno de Veracruz, el pasado martes 22 en la ciudad de Xalapa, hay que decir que queda un dejo de decepción por el desempeño del Instituto Electoral. Un debate es un ejercicio de análisis ideológico cuyo objetivo es que el electorado evalúe de primera mano las propuestas de sus candidatos, y también motivar la participación de los votantes indecisos y de los abstencionistas. Luego entonces, no difundir el debate en televisión abierta ni en radio, y conpoca cobertura y problemas técnicos en Internet no es muy útil (recordemos también que los debates oficiales como éste son pagados con dinero del presupuesto, o sea que no es deseable gastarlo si dicho gasto no tendrá efectividad: criterio simple de finanzas públicas).
La inexperiencia del IEV en estos ejercicios queda de manifiesto en varios aspectos: las complicaciones logísticas y técnicas que retrasaron el inicio del evento, la falta de señal para quienes lo seguimos en línea, la dinámica accidentada de las intervenciones y la inhábil conducción de la moderadora designada, por citar los que se notaron. Lo cual me remite al tema de estra entrega: los veracruzanos no tenemos experiencia democrática. Y para tenerla, obviamente, es necesario que haya alternancia en el poder.
La inexperiencia del IEV en estos ejercicios queda de manifiesto en varios aspectos: las complicaciones logísticas y técnicas que retrasaron el inicio del evento, la falta de señal para quienes lo seguimos en línea, la dinámica accidentada de las intervenciones y la inhábil conducción de la moderadora designada, por citar los que se notaron. Lo cual me remite al tema de estra entrega: los veracruzanos no tenemos experiencia democrática. Y para tenerla, obviamente, es necesario que haya alternancia en el poder.
Después de que la organización y difusión del debate se revelaron sumamente cuestionables, uno concluye que URGEN la transparencia y la imparcialidad en los procesos electorales locales, tanto en Veracruz como en el resto del país. Y para que existan ambas, estoy convencido de que la alternancia es un paso ineludible. Hablando a profundidad del asunto: las administraciones estatales que recuerdo como testigo presencial son las de Patricio Chirinos, Miguel Alemán y la saliente de Fidel Herrera; un lapso de 18 años.
En ese tiempo los avances en infraestructura, calidad de vida, telecomunicaciones, educación y alfabetismo, generación de empleos y redistribución de los recursos dejaron mucho que desear, y lo que ha permanecido prácticamente igual son las múltiples estructuras de poder que mantuvieron la costumbre de traficar influencias, intercambiar favores políticos y hacer propagandismo de masas con despensas y movilizaciones (el acarreo, pues). Como ya hemos comentado otras veces, no se pueden tener instituciones dentro del estado de derecho, ni funcionarios públicos honestos, cuando la administracion pública acostumbra usar sindicatos, oficinas y corporaciones para comprar el voto y la conciencia del elector repartiendo camisetas; en buena medida la falta de progreso en Veracruz obedece a este hecho. Quienes se acercan al poder político lo hacen adulando al jefe en turno, haciendo favores y solapando corruptelas, ganado así un peldaño en la escala, o bien recibiendo beneficios específicos como dinero de programas públicos u otras contraprestaciones.
En la administración de Fidel Herrera hemos visto como nunca la vieja forma de hacer política en México: mover acarreados, restringir la libertad de los medios informativos por la censura y la amenaza (clandestinamente), condicionar apoyos y manejar un discurso oficial vacío y demagógico. Lo preocupante es que ninguna de las propuestas para el 4 de julio ofreció en el debate un cambio de fondo para estas estructuras, puesto que dicho cambio depende de variables más profundas y menos políticas como el nivel educativo y el desarrollo de infraestructura que eleven el nivel de vida de la población. Sin embargo para que el proceso se inicie la alternancia es un elemento obligado.
Me explico: todos sabemos - lamentablemente - que cuando una administración estatal o inferior termina, los funcionarios de despacho ponen en orden sus asuntos - borran la evidencia de las turbiedades que se registraron en su gestión - mientras los candidatos en campaña amarran compromisos con líderes para obtener el voto. La falta de programas sustentables de desarrollo a largo plazo reposa en el cumplimiento de estos compromisos, que impiden la conformación de equipos profesionales integrados por verdaderos expertos en las diversas áreas de la administración pública. Así, dependencias críticas como las secretarías de educación, de finanzas, de comercio y otras, no son ocupadas por individuos expertos en la materia y se convierten en prebendas electorales que de nada sirven al desarrollo.
La alternancia tiene la ventaja, aunque todavía con un método cuestionable en México, de eliminar de tajo a los empleados que perpetúan este mecanismo de premios al servilismo. En Veracruz no hemos experimentado un cambio de rumbo radical, y coincidentemente tenemos los últimos lugares nacionales en desarrollo y los primeros en miseria, analfabetismo e inseguridad. Hoy que la situación en el estado ha tocado un punto crítico, más abajo del cual los ciudadanos no queremos estar, con ejecuciones y enfrentamientos que antes de Fidel Herrera muy rara vez se registraban; hoy que hay una crisis de seguridad pública y psicosis social, tenemos la oportunidad de darle a la entidad el giro que necesita. No apoyo a ningún partido político ni voy tampoco en contra de ninguno, de lo que estoy en contra es de mantener en el Gobierno del Estado a los criminales que seis años atrás tomaron por asalto un partido político y lo usaron para solapar sus fechorías, de lo cual pueden dar testimonio muchos priístas auténticos que se quedaron al margen de su instituto o bien optaron por retirarse. Este 4 de julio los invito a salir a las urnas; a votar por la propuesta de su elección, o bien a anular su voto, que aunque no cuenta para el IEV es una expresión válida y justificada a nivel ciudadano. Dejar que otros decidan (en este caso la camarilla que se sirve del poder en Palacio de Gobierno en Xalapa) tendrá como único resultado perder 6 años, más de media década, en otro gobierno estatal corrupto, represor, y sangrientamente impune.